En la primera mitad de la década de los años 40 del siglo pasado Europa atravesó uno de sus episodios más oscuros con la II Guerra Mundial, una contienda que arrasó el continente y que se saldó con millones de víctimas mortales entre la población civil de ambos bandos.

Países Bajos fue uno de los estados más castigados, junto al norte de Francia, Bélgica y, por supuesto, Alemania durante la ofensiva final que llevó a las fuerzas aliadas desde las playas de Normandía hasta el centro mismo de Berlín en aquel histórico 30 de abril de 1945 cuando Adolf Hitler, perdida la capital germana ante el empuje del Ejército Rojo desde el frente oriental y de las tropas americanas del general Patton desde el frente occidental, se suicidó en el Führerbunker pocos días antes de que su sucesor al frente del gobierno alemán, Karlo Dönitz, fuera incapaz de mantener la unidad de sus ya diezmadas tropas y no pudiera evitar que el Alto Mando Alemán, bajo el mandato del Generaloberts Alfred Jodl, firmara la rendición incondicional el 7 de mayo de 1945 en Reims (Francia).

Una guerra, decíamos, en la que todos los países centroeuropeos y, especialmente, los que sufrieron el avance, primero alemán hacia París y luego aliado hacia Berlín, sufrieron una enorme cantidad de bajas tanto civiles como militares. Ayer, el Club Los Holandeses de l’Alfàs del Pi rindió un sentido homenaje a sus víctimas con la presencia, además de representantes del consulado, la embajada y del ministerio de defensa de Países Bajos, de varios veteranos de la II Guerra Mundial. Un acto muy emotivo y cargado de simbolismo que se produce en un momento muy particular en la historia de la Unión Europea que surgió de las cenizas de aquella contienda.