Este fin de semana, el auditorio de la Casa de Cultura ha sido testigo del talento interpretativo del alumnado del taller de teatro dirigido por Ana Maestre, quien una vez más ha conseguido que sus estudiantes conquisten al público con dos propuestas escénicas muy diferentes, pero igualmente emotivas y vibrantes.

En primer lugar, el auditorio de la Casa de Cultura acogió la representación de Aladdín, una versión musical del clásico cuento que reunió sobre las tablas a un elenco de 35 niños y niñas de entre 6 y 12 años. Con coloridas coreografías, mucho ritmo y una gran dosis de entusiasmo, los más pequeños ofrecieron una función repleta de magia, diversión y emoción, demostrando lo aprendido durante el curso y contagiando su alegría a todos los asistentes.

A continuación, el grupo juvenil su subió al escenario con la obra Esperando el bus, del dramaturgo Juan Luis Mira. En esta intensa y reflexiva pieza, un grupo de jóvenes espera en una parada tras asistir al funeral de su amigo Rafa, fallecido en un accidente. A través de sus conversaciones y silencios, los personajes reflexionan sobre la muerte, el tiempo y la amistad, en una función cargada de sensibilidad, verdad y profundidad emocional. El joven elenco supo construir con solidez unos personajes complejos, en un montaje que no dejó indiferente a nadie.

Ana Maestre, licenciada en Arte Dramático por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD), dirige estos talleres con un enfoque pedagógico basado en el juego, la creatividad y el disfrute como vías para el aprendizaje. En sus clases, el alumnado trabaja aspectos esenciales de la interpretación como la expresión corporal, la voz, la improvisación y la creación de personajes, siempre bajo la premisa de que aprender teatro también puede ser una experiencia divertida y enriquecedora.

Ambas funciones han supuesto un broche de oro al trabajo realizado durante todo el año, dejando claro que el teatro no solo forma artistas, sino también personas más empáticas, expresivas y seguras de sí mismas.