Antes de que las tropas franquistas le fusilaran en Granda sólo un mes después del golpe de estado que dio inicio a la Guerra Civil española, Federico García Lorca, se había convertido en uno de los grandes exponentes de la literatura de principios de siglo y, junto a nombres como los de Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Pedro Guillén, Emilio Prados, Luis Cernuda o Vicente Aleixandre, se enmarcó en aquel irrepetible grupo bautizado como la Generación del 27 que fundió la poesía tradicional con los movimientos de vanguardia del momento.
Tras el bellísimo Romancero Gitano, publicado en 1928, Lorca puso rumbo a Nueva York para, entre otras cosas, tratar de superar su reciente ruptura sentimental con el escultor Emilio Aladrén. De aquel viaje surgió Poeta en Nueva York, un libro que sólo vería la luz cuatro años después del asesinato del poeta.
Precisamente fue ese último poemario el protagonista del recital que, organizado por la Asociación de Urugayos Amigos de la Costa Blanca, tuvo lugar el pasado viernes en la Casa de Cultura de l’Alfàs del Pi. En el mismo, Ángela Devesa y Sergio Sempere declamaron algunos de los versos más conmovedores de la obra y, por consiguiente, de la literatura española del pasado siglo.