In Memoriam Johan Galtung constructor de paz

Al pie del monumento a las víctimas de Utoya del también recientemente desaparecido Agustín Ibarrola, en el parque de la paz Johan Galtung de Alfàs del Pi, acabamos de celebrar un acto de homenaje y reconocimiento hacia un relevante vecino de esta ciudad y ciudadano del mundo, nuestro querido maestro el profesor Galtung. Me gustaría dar testimonio de la persona que traté, a quien tengo el honor de considerar mi amigo, y de nuestra colaboración en los últimos 20 años.

Como docente, conocía desde hacía mucho tiempo el pensamiento de Galtung porque le citaban en todos los cursos de mediación escolar que había hecho: su famoso triángulo ABC, con los diferentes tipos de violencia (directa,  cultural y estructural), el concepto de paz positiva,  el conflicto como incompatibilidad de necesidades, la cartografía del conflicto (partes, fines, medios y legitimidad), y me había impactado tanto  que, en 2003, cuando ejercía de asesor del centro de profesores en Benidorm y me enteré de que algunos meses al año vivía entre nosotros, en la Marina Baixa, decidí contactar con él para que nos ilustrara directamente con su sabiduría en los conflictos escolares.

En verdad, lo encontré fácilmente en su querido Alfàs, donde había recalado a finales de los sesenta y donde pasaba todos los años alguna estación, hasta que se afincó aquí definitivamente, con su esposa Fumiko Nishimura, Fumi, su constante apoyo físico, intelectual, emocional y moral, a quien quiero también rendir un merecido homenaje, porque sin duda fue fundamental para él.

He de decir que los principios no fueron  fáciles: él no se acostumbraba a nuestra burocracia, nuestra impuntualidad e improvisación… y a nosotros nos costaba encajar a veces la cruda franqueza de su amor por la verdad, una impaciencia  que se debía al afán por aprovechar el tiempo que no podía perder (tanto tenía todavía por hacer); o su incómoda exigencia incansable de justicia.

Esas características y su insobornable compromiso con la verdad y la paz, le han llevado a no ser tan conocido ni reconocido, como merecería por su incansable contribución a un mundo mejor y armónico: su mediación en cerca de doscientos conflictos a lo largo de este mundo, casi cien libros y centenares de artículos, la fundación de numerosos centros pioneros de formación y trabajo por la paz (PRIO, Universidad de la Paz, Institutos Galtung en 6 países, web Transcend.org…). La labor de un mediador, de un constructor de la paz, es tan ingrata como la de los que previenen los incendios forestales, y solo se nota cuando no están o cuando fracasan en su intento; cuando tienen éxito nadie se entera porque, además, la discreción es una de sus armas más poderosas.

Cuando solicité su colaboración, me sorprendió la generosidad con la que respondió afirmativamente, a pesar de su intensísima agenda internacional de alto nivel. Se prestó a colaborar, decía él, por gratitud a la tierra que le había acogido tan bien. En estos veinte años, Johan impartió cursos, jornadas y conferencias a docentes y asesores de la Marina y de la Comunidad Valenciana. Me consta que dejó un recuerdo imborrable en mis compañeros de docencia por la potencia de su mensaje y por su capacidad didáctica y compromiso ético.

También nos indujo y ayudó a realizar un proyecto europeo Comenius con centros de Noruega e Irlanda, para desarrollar SABONA, un programa de higiene de los conflictos creado por el grupo Nordic Transcend, en el que se pretendía que los niños y los jóvenes  aprendieran a gestionar sus propios problemas de relación, utilizando las estrategias de análisis y transformación de Galtung y que sigo intentando difundir en la medida que puedo.

Desde 2015, sus estancias en Alfàs se iban dilatando, pero quería mantenerse activo, siempre atento, consciente de todo lo que hay que hacer todavía para construir la paz. Por ello, en colaboración absoluta con el Ayuntamiento alfasino y con el IMEDIA de la Universidad Complutense (a través del profesor Jaime Ferri), organizamos el Centro Internacional de Solución de Conflictos AlfaDeltaPi (un guiño a su lugar en el mundo) con el fin de promover un espacio de diálogo, formación y transformación de conflictos que le permitiera seguir activo mientras seguía trabajando y disfrutando de la vida en su paraíso, entre el Puig Campana y el mar.

En los dos años de su funcionamiento efectivo, realizamos 18 seminarios sobre temáticas muy diversas: Jurisdicción Universal, Islam y Occidente, Corrupción, Convivencia escolar, Catalunya, Sáhara Occidental, Mediación Judicial, Migraciones, la búsqueda de la Felicidad, Mejorar la Democracia, Visiones del pasado de España, Violencia contra la mujer… Y  con la intervención de personalidades muy relevantes y diversas, que aceptaban participar desinteresadamente por el prestigio o la amistad con Johan, en sesiones públicas gratuitas al alcance de cualquier ciudadano, llegados a veces desde centenares de kilómetros de distancia. Él escribía un artículo inédito para cada ocasión: están recogidos en la web alfadeltapi.org junto con todo el material que se generó.

De la sinergia de aquellos seminarios surgió la creación del Instituto Galtung España que hoy es más necesario que nunca revitalizar para preservar su legado y continuar su obra.

Entre tanto, fue creciendo nuestra amistad y colaboración, con lo que tuve la oportunidad de acompañarle y asistirle en algunos eventos; y traducir, corregir y editar artículos y algún libro (pese a que no domino bien el inglés convencional, sí sus ideas y su argot que él mismo denominaba vikingo). También me honró formando parte del tribunal que juzgó mi tesis doctoral.

Como profesor de Historia, me hizo comprender que habría que dar más visibilidad a los momentos de transformación pacífica y colaborativa que a los cambios y estructuras violentas, que se llevan la mayor parte de nuestro tiempo de clase, con lo que perpetuamos la idea de que la guerra y la exclusión del otro puedan ser una solución eficaz, o siquiera una solución.

Su enciclopédica sabiduría interdisciplinar de ávido lector, pero también como curioso viajero que era, fue un permanente estímulo intelectual y moral, que me cambió para mejor. Aprendí con él muchas cosas: que debemos buscar siempre otras perspectivas, que hay que afrontar los conflictos y transformarlos para la mejora colectiva, que la clave es el diálogo respetuoso y la creatividad para ver las soluciones, que hay que confiar en que siempre hay una salida en la que todos ganen, que el futuro pasa por la cooperación con los demás, que hay que celebrar lo maravillosa que es la vida sin desperdiciar el tiempo.

Como epílogo, diré que hoy, cuando soplan vientos de enfrentamiento y guerra por doquier, es más necesario que nunca coger el testigo de nuestro querido maestro, difundir sus ideas y sembrar, como él hizo, semillas de paz positiva en todas partes.

Gracias profesor, maestro Galtung

Alberto Andrés Aguirre