El Ayuntamiento de l’Alfàs del Pi, a través de las concejalías de Cultura y Patrimonio, ha conmemorado el Día Internacional de la Danza, adaptando el Museo de la Villa Romana de l’Albir en espacio escénico, donde poder acoger el viernes y sábado dos espectáculos de baile, organizados en colaboración con la Escuela de Montse Solivelles.
La experiencia ha sido valorada por el concejal de Cultura de “todo un éxito”. Manuel Casado ha tenido palabras de reconocimiento para todos los integrantes del Conservatorio de Danza de Novelda, el Conservatorio de Danza de Alicante José Espadero y la Escuela de Danza Montse Solivelles de l’Alfàs del Pi, y muy especialmente del bailaor de flamenco Eduardo Guerrero y la bailarina del Ballet Nacional de España, la benidormí Ana Agraz.
L’Alfàs aprovecha para hacerse eco del Manifiesto del Día Internacional de la Danza
Friedemann Vogel , Bailarín Principal del Stuttgart Ballet, es el autor del manifiesto del segundo DID en la época de la pandemia
Distinguido como ‘Bailarín del Año’ cuatro veces por las revistas “Tanz”, “Danza & Danza” y “Dance Europe”, Vogel ha sido la encargado de escribir el Mensaje del Día Internacional de la Danza 2021, que reza así:
«Todo comienza con el movimiento, un instinto que todos tenemos, y la danza es un movimiento refinado para comunicarse. Por mucho que una técnica impecable sea importante e impresionante, la esencia es lo que el bailarín expresa dentro de ese movimiento.
Como bailarines, estamos en constante movimiento, aspirando a crear esos momentos inolvidables. Independientemente del género de danza, es lo que todo bailarín se esfuerza por conseguir. Así que cuando de repente, ya no se nos permite actuar, con los teatros cerrados y los festivales cancelados, nuestros mundos se paralizan. No hay contacto físico. No hay espectáculos. Sin público. Nunca en la historia reciente la comunidad de la danza ha sido desafiada colectivamente para mantenerse motivada, para hallar su razón de ser.
Sin embargo, es precisamente ahora cuando nos han quitado algo valioso cuando realmente apreciamos lo vital que es lo que hacemos y lo mucho que la danza significa para la sociedad en general. A menudo, se alaba la destreza física de los bailarines, cuando, en realidad, nos sostiene aún más nuestra fuerza mental. Creo que esta combinación única de agilidad física y psicológica nos ayudará a superarnos, a reinventarnos para seguir bailando e inspirando».
Friedemann Vogel (Stuttgart, 1979) se formó en la Escuela de John Cranko. Gracias a la beca John Gilpin, completó sus estudios en la Académie de Danse Classique Princesse Grace en Mónaco, con Marika Besobrasova. Durante su etapa de estudiante, Vogel despuntó en concursos internacionales en los que consiguió el Prix de Lausanne y el galardón para jóvenes bailarines del Concurso Erik Bruhn, en Toronto. En la temporada 1998/99, se unió al Stuttgart Ballet como miembro del cuerpo de ballet y fue ascendido a bailarín principal en 2002. Fue nombrado Bailarín de Cámara (Kammertänzer) del estado de Baden-Wüttemberg –máximo reconocimiento alemán para un bailarín- en 2015.